Esa pobre viuda ha echado más que nadie
Reflexiones sobre las lecturas del domingo 32 tiempo ordinario (11 de noviembre, 2018): 1Re 17,10-16; Salmo 145; Heb 9,24-28; Mc 12,38-44
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Llegamos al domingo 32 del tiempo ordinario, el evangelio de Marcos de la liturgia de hoy sitúa a Jesus en conversación con los maestros de la ley.
El señala la incongruencia de estos entre lo que predican y lo que viven. También podemos notar que Jesus no intenta convencer a los maestros de la ley, sino que utiliza ese momento para enseñar a sus discípulos, sabiendo que en algún momento ellos pueden caer en la misma situación: Valorar más las apariencias personales y lo superficial de los actos públicos.
Para fortalecer su enseñanza de sus discípulos Jesus, les da un ejemplo, contrastando la ofrenda económica de los ricos, quienes dan lo que les sobra, con la ofenda de la viuda, que da todo lo que tenía para vivir. Con esto Jesus reafirma que creer en la buena nueva de padre, requerida muchas veces ir más de lo que vemos. No hay que dejarnos llevar por el poder cegador que pueden dar las pertenencias materiales y dejar de ver la vida de fe de las personas sencillas.
Este contraste que nos presenta Jesus, a través de Marcos, entre la ofrenda de los ricos y la de la viuda, nos da la oportunidad de hacernos esta pregunta: ¿Qué lugar que ocupa Dios en mi vida? Dejemos que esta pregunte nos ilumine como Discípulos y nos guie, impulse, aliente y de sentido a nuestra acción misionera.
Cuando reconocemos a Dios como Señor nuestro y estamos disponibles a ponerlo como centro de nuestra vida, el dinero y las demás cosas, toma una dimensión diferente, dándonos la oportunidad de adquirir a partir de esta experiencia, el verdadero valor de cada cosa y, la vez también descubrir el lugar privilegiado de los pobres en el pueblo de Dios.
El Papa Francisco nos dice que este es un mensaje tan claro, tan simple y elocuente en los evangelios que ninguna interpretación tiene derecho a relativizarlo. Entonces, como discípulos de Jesus tomemos esta reflexión y con contundente amor fraterno, lancemos a la misión de llevar la buena de Jesus.