Amarás al Señor con todo el corazón
Reflexiones sobre las lecturas del domingo 31 tiempo ordinario (4 de noviembre, 2018): Dt 6,2-6; Salmo 17; Heb 7,23-28; Mc 12,28b-34
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
La oración del Shemá es una de las principales y más sagradas oraciones judías.
La palabra significa “escucha” y tiene una connotación en hebreo de “escuchar para actuar” Esta oración proclama la fe de Israel en un solo Dios, cuando los pueblos a su alrededor eran politeístas.
Jesus, hoy en el evangelio de Marcos, vuelve a reafirmar el Shemá: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y añade un segundo mandamiento igual de importante: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”
Con esta respuesta Jesus nos recuerda que hay un solo Dios, que no se cansa de pedirnos que escuchemos su palabra. Por esa razón no hay que dividir nuestra mente, ni nuestro corazón. Por último, también nos recuerda que la relaciones con los demás de los que ama a Dios, están basadas en ese amor.
Para muchos esta ultimo mandamiento es comparado con “la regla de oro o de la reciprocidad” Pero a diferencia de otras religiones y filosofías. El Mandamiento “de amar y hacer el bien al prójimo” es un envío activo como resultado “de amar a Dios” quien nos hace salir de nosotros mismo y cruzar fronteras físicas y existenciales para llevar con nuestras acciones y palabras la buena nueva que da esperanza.
El mismo Dios revelado al pueblo de Israel, es el mismo Dios de Jesus, por lo tanto, lo primero que como discípulos de Jesus debemos hacer es profesar nuestra fe, amor y aceptación al único Dios. Luego de establecer esta relación, debemos decir “si” a su invitación a la misión, para formar parte de la Iglesia en salida que va a las periferias a mostrar este amor que transforma los corazones, da fortaleza y esperanza.
La invitación es pues a responder a este Dios amante que nos salva, reconociendo en el a los demás y saliendo de nosotros mismo para buscar el bien de todos. Los desafíos están para superarlo, no perdamos la fuerza de amar que da alegría, lancémonos con audacia y entrega a la misión. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera del Amor!
