Comieron todos y se saciaron
Reflexiones sobre las lecturas de Cuerpo y Sangre de Cristo (23 de junio, 2019): Génesis 14,18-20; Salmo 109; 1 Corintios 11,23-26; Lucas 9,11b-17
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Comer y beber es un acto biológico y también cultural: Con quien, como, y que comemos describen al grupo humano con el que vivimos. A su vez las maneras de “comer juntos” ya sea en familia o con amigos y la comunidad tiene su propio ritual y expresión cultural. Este “comer juntos” es producto de una identificación particular y produce unidad. en la mayoría de las culturas, familias y sociedades alrededor de la comida se organiza, celebra y desarrolla situaciones importantes para la vida de estas.
Hoy celebramos en esta familia de los discípulos de Cristo, el día en que el mismo Jesus nos dejó su cuerpo en forma de pan y su sangre en forma de vino como nuestra comida y bebida, no solo como recuerdo o memorial, sino como cumplimiento de la promesa de que el estaría siempre con nosotros hasta el final de los tiempos, presencia que también renueva su mensaje, nuestro discipulado misionero y sus promesas de salvación y unidad.
Donde hay falta comida y bebida hay desnutrición, sed y finalmente muerte. Esta solemnidad también nos habla de la preocupación que Jesus por el hambre en el mundo. Donde hay países y poblaciones con extrema pobreza, donde la gente no tiene que comer, ni acceso al agua limpia para tomar; mientras en otros, se desperdician.
Las lecturas de la liturgia de hoy nos ofrecen la oportunidad de meditar, orar e integrar estas realidades que son fundamentales para la vida: el acceso a la alimentación diaria del cuerpo y del alma. Hoy en la fiesta del cuerpo y la sangre de Cristo es una oportunidad más de unirnos a él, quien desea que todos tengamos comida diaria para el cuerpo y que también
Como discípulos misioneros tenemos el llamado a cuidar que ambas cosas sucedan en nuestra vida y en la vida de nuestras familias y comunidades. Pidamos hoy a Jesus que siga presente en medio de nosotros, fortaleciendo nuestro discipulado, para que así podamos levantar nuestra voz y hacer acciones que lleven el alimento tanto corporal como espiritual a los que más lo necesitan. ¡Ayúdanos Jesus a participar cada vez mejor de tu presencia eucarística y a responderte de todo corazón en la misión!