Fue, se lavó, y volvió con vista
Reflexiones sobre el cuarto domingo de cuaresma (22 de marzo, 2020): 1 Samuel 16,1b.6-7.10-13a; Salmo 22; Efesios; Juan 9,1-41
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
En el evangelio de Juan: "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios."
Las lecturas de este domingo en diferente contextos y sentidos son una invitación a levantarnos, a movernos para salir de cualquier situación que nos tenga alejados de Dios. También son una llamada a ir más allá de lo que la ley y las costumbre manda, a no quedarse en los detalles, en lo externo, en lo físico. A cuidarnos de no solo mirar, sin realmente ver. Un ver que implica escuchar, que implica entendimiento: Ver y oír donde el Espíritu nos está indicando ir. Este domingo es una llamada a ver y estar en la luz.
La primera carta a Samuel nos invita a participar del momento de la elección de David como rey de Israel. En esa época de Samuel la situación estaba difícil y el profeta, guiado por el Espíritu fue en búsqueda de un líder. David es ungido por el profeta para reinar después de Saul. El espíritu quien le hablo a Samuel; hoy nos recuerda a nosotros que: "No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón."
En la carta a los Efesios, Pablo recuerda a los discípulos misioneros de esa ciudad y a nosotros hoy; que, si en algún momento fuimos tinieblas, ahora somos luz en el Señor y como luz debemos de dar frutos de bondad, justicia y verdad. Pablo nos hace un llamado a ser profetas del Reino, los cuales anuncian los valores de este y denuncia los antivalores que impide edificarlo.
Finalmente, en el evangelio Juan nos presenta un texto donde el centro es el tema de la ceguera: La ceguera física y la ceguera espiritual. Por medio del pasaje del ciego de nacimiento, Juan nos presenta a Jesus aclarando parte de su misión: “Yo he venido a este mundo para que vean los que no ven y para que los que ven se queden ciegos.” Dejándonos descubrir en el mismo pasaje que estamos llamados a ver no solo físicamente, sino abrir los ojos del entendimiento, de la voluntad para lograr ver los designios de Dios.
Tú, Señor, que nos permites ver para que descubramos la hermosura de la creación y la grandeza de tu amor, ayúdanos también a ver y entender tu voluntad para así colaborar contigo como discípulos misioneros que llevan la luz de tu evangelio. Te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén