¡Yo mismo lo vere!
Reflexiones sobre las lecturas de la Conmemoración de los fieles difuntos (2 de noviembre, 2020): Job 19,1.23-27a; Salmo 24; Fil 3,20-21; Mc 15,33-39–16,1-6
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Celebremos entonces con nuestros difuntos, para sentirnos y estar en comunión con ellos más allá de los límites de tiempo y espacio.
“Aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.” La liturgia de los santos difuntos es como una continuación y complemento de la fiesta a todos los santos que celebramos ayer. También, es una de la más hermosa y consoladora de todas las liturgias, pues con nuestros difuntos celebramos la vida en este mundo y nos enfrentamos a la muerte, como un paso ineludible para llegar a la vida eterna.
Así, como cristianos, seguimos los pasos de Jesus y su resurrección gloriosa, para estar a la derecha del Padre eternamente. Al celebrar la memoria de nuestros difuntos, sabemos que muchos de ellos conforman también el “gran ejército” de los santos. Pero hoy queremos celebrar su memoria en cuanto a difuntos y sobre todo como “nuestros difuntos.”
Esta profunda y sentida celebración de los santos difuntos es un acto de fe y reconocimiento de nuestra heredad, que integra a la vez la vida y la muerte; la tristeza, la nostalgia y la esperanza; ya que trae a nuestra memoria y corazón a nuestros familiares, amigos o conocidos ya fallecidos, quienes de diferentes maneras han interactuado con nosotros o son antepasados que nos hablan de nuestra fe, nuestras tradiciones y de nosotros mismos; de nuestras familias y comunidades.
La celebración del paso de la vida a la muerte tiene diferentes matices y rituales en muchas culturas cristianas o no. Pero todas reflejan la realidad humana frente a la muerte y a lo sigue después de ella.
Si en este día nos encontramos con alguna limitación para celebrar como tradicionalmente lo hemos venido haciendo, debido a la pandemia y sus consecuencias. Ojalá podamos percibir la presencia de Dios hablándonos a nosotros de manera diferente y siempre con mucho respeto y creatividad podamos integrar esta realidad a nuestra experiencia de vida y a esta conmoración de los fieles difuntos que la Iglesia nos propone.
Celebremos entonces con nuestros difuntos, para sentirnos y estar en comunión con ellos más allá de los límites de tiempo y espacio.: Escucha, Señor, nuestra suplicas y haz que, al proclamar nuestra fe en la resurrección de tu hijo, se avive también nuestra esperanza en la resurrección de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo. (De la liturgia de las horas.)
¡Que la luz perpetua de la resurrección de Jesus brille para ellos eternamente!