Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prosperas las obras de nuestras manos
Reflexiones sobre las lecturas del 28 domingo del tiempo ordinario (14 de octubre, 2018): Sab 7,7-11; Salmo 89; Heb 4,12-13; Mc 10,17-30
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
“…y vino a mí el espíritu de la sabiduría… Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.”
Para nosotros como discípulos misioneros y nuestras comunidades el mensaje de las lecturas de este domingo 28 del tiempo ordinario nos plantea un tema fundamental: La sabiduría como don del espíritu en contraste a la búsqueda de riqueza material y poder. Al plantearnos estos temas se nos invita a reflexionar sobre nuestra posición frente ellas.
Aceptar que el “espíritu de la sabiduría” sea nuestra luz que nos guie al encuentro intimo con la Palabra de Dios, Palabra que es “viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo” permitiremos que esta penetre en nuestra vida personal y comunitaria, liberándonos de las ataduras a estas tendencias de buscar el dinero por el dinero y el poder en sí mismo: ¿Seremos capaces de pasar por el ojo de una aguja? ¿Hemos descubierto que nos pide Jesus? ¿Qué es lo que tienes que dejar para seguir a Jesus?
Hoy no solo la riqueza, puede ser fuerte impedimento para el seguimiento de Jesus, sino la acumulación de conocimiento para el bien personal, también el aferrarse a los pocos bienes que uno tiene, de hecho, los apóstoles no eran ricos, pero también tuvieron que dejar todo para ser los discípulos de Jesus.
Jesus tampoco quiere la pobreza económica, por si misma, por eso pide justicia para los pobres y pide a los ricos que compartan sus riquezas. El por medio de las lecturas de hoy nos ofrecen dos elementos importantes para que como discípulos suyos podamos ser sus testigos, signos vivientes del Reino del Padre aquí en la tierra: Pedir sabiduría y verdadera escucha de su Palabra, dejando que la primera nos guie y la segunda penetre y transforme nuestra vida.
Jesus quiere evangelizadores que anuncien la Buena nueva no solo de palabra sino sobre todo con una vida que se a transfigurado en la presencia de Dios. Que sea la sabiduría y la escucha de la palabra la que nos ayude a transformar nuestras vidas y así poder llevar también una evangelización, como dice el papa Francisco, ¡más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena del amor hasta el fin y de vida contagiosa! (EG# 259, 261)
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