¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
Reflexiones sobre las lecturas de la memoria de Joaquín y Ana, padres de la santísima virgen María (26 de julio, 2019): Eclesiástico 44:1.10-15; Salmo 132:11, 13-14, 17-18; Mateo 13:16-17
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Hoy que celebramos la memoria de Joaquín y Ana como padres de Maria, la madre de Jesus. cualquiera podría preguntarse o preguntar, ¿De dónde salen estos nombres? ¿Dónde en la biblia los podemos encontrar? Indiscutiblemente podemos responder que, estos nombres no son mencionados en ningún evangelio, ni en otros libros de la biblia.
Pero también primero, por razones obvias podemos afirmar que Maria tuvo padres, y Segundo, podemos aclarar que, hemos recibido a estos, a través de la tradición. Los evangelios apócrifos los mencionan, especialmente el protoevangelio de Santiago el cual se centra en la infancia de Maria y en el nacimiento de Jesus.
Por otro lado, las lecturas que nos ofrece la liturgia en esta celebración nos permitirán reflexionar y celebrar, no solo a Ana y Joaquín, sino en todos aquellos que nos han presidido en la historia de salvación:
La primera lectura del libro del Eclesiástico nos presenta un texto bíblico donde se nos invita a celebrar el nombre de nuestros padres y todos aquellos que nos han presidido, quienes han aportado en la historia, afirmando que sus nombres vivirán para siempre.
La lectura del evangelio de Mateo nos recuerda, por medio del texto bíblico, las palabras de Jesus quien declara dichosos a todos aquellos, sus contemporáneos, que lograron ver y oír lo que los profetas y justos anhelaron ver y oír en otros tiempos.
Finalmente, el salmo 132 afirma que Dios les dará una recompensa a todos estos protagonistas de la historia que aportaron sus vidas para que la buena nueva del Reino de Dios llegue a todos.
Que esta celebración de la memoria de Joaquín y Ana como padres de la Maria nos ayuden a renovar nuestra realidad como pueblo de Dios, un pueblo que tiene una misión: Llevar la buena nueva de Jesus. Un pueblo heredero de la acción de muchos, algunos con nombre conocido y otros anónimos, pero participes todos de un mismo plan de amor y salvación que se ha construido en la historia.
Que cautivados por Jesus, llenos de la fuerza del Espíritu y abrazados por el amor del Padre deseamos integrarnos a fondo en esta tarea evangelizadora, reconociendo que ser parte de este pueblo reafirma nuestra vocación: “Somos un pueblo misionero y para esto estamos en el mundo.”
